Como, mal que le pese, uno en el fondo es serio,
debe dejar escrita su opinión del oficio
(los muertos aplicados dejan su testamento
hablo con certeza de que mis impresiones
serán para los tristes una fuente de alivio.
siempre desorientada y falta de modelos,
y me idolatrarán los investigadores?
que me libra sin daño (sin demasiado daño)
de cuestiones que a veces entorpecen mi sueño.
para quien los escribe, y que asà lo parezcan
al paciente lector que acaba de comprarlos.
de una vida moral, es decir, reflexiva,
mediante un personaje que vive en los poemas.
son viejas verdades que a la vida dan forma,
y la forma en que urdimos nuestras viejas mentiras.
estas pocas razones. Escribo por capricho,
y por juego también, para matar las horas.
pero también, sin duda, para obtener favores
de algunas señoritas amigas de los libros.
riguroso y mundano, descreÃdo y profundo,
que trata por igual la muerte y los escotes.
tal vez conocimiento, o comunicación,
o todo juntamente. Lo cierto es que el asunto
Doctores tienen ya nuestra Sagrada Iglesia
y en futuros Concilios harán salir el sol
que se tuviese en cuenta el hecho de que existe
poesÃa por vicio, porque es una manera
pero ignoro si hacerlo los convierte en más sabios
y si esa obstinación los vuelve más felices.
Cuido el metro y la rima, pero no me esclavizan;
es fácil que la forma se convierta en un obstáculo
acierta con deslices, convierte lo imperfecto
en un arte y se olvida de los juicios puristas.
Trabajo siempre a mano, y ni me enorgullece
no tener disciplina ni ser dueño de un método.
tal vez porque tampoco escribo demasiado,
al pasar media vida ocupado en perderme.
que esboce alguna vez una media sonrisa:
tan solo busco cómplices que sepan de qué hablo.
me limito a ordenar, quizá sin merecerlo,
asuntos que una voz ignorada me dicta.
a aquéllos que construyen con la emoción su obra
y hacen del arte la vida. De los demás descreo.
de componer poéticas resulta edificante.
Con ella se demuestra que son distintas cosas
lo que se quiere hacer y lo que al fin se hace.
debe dejar escrita su opinión del oficio
(los muertos aplicados dejan su testamento
hablo con certeza de que mis impresiones
serán para los tristes una fuente de alivio.
siempre desorientada y falta de modelos,
y me idolatrarán los investigadores?
que me libra sin daño (sin demasiado daño)
de cuestiones que a veces entorpecen mi sueño.
para quien los escribe, y que asà lo parezcan
al paciente lector que acaba de comprarlos.
de una vida moral, es decir, reflexiva,
mediante un personaje que vive en los poemas.
son viejas verdades que a la vida dan forma,
y la forma en que urdimos nuestras viejas mentiras.
estas pocas razones. Escribo por capricho,
y por juego también, para matar las horas.
pero también, sin duda, para obtener favores
de algunas señoritas amigas de los libros.
riguroso y mundano, descreÃdo y profundo,
que trata por igual la muerte y los escotes.
tal vez conocimiento, o comunicación,
o todo juntamente. Lo cierto es que el asunto
Doctores tienen ya nuestra Sagrada Iglesia
y en futuros Concilios harán salir el sol
que se tuviese en cuenta el hecho de que existe
poesÃa por vicio, porque es una manera
pero ignoro si hacerlo los convierte en más sabios
y si esa obstinación los vuelve más felices.
Cuido el metro y la rima, pero no me esclavizan;
es fácil que la forma se convierta en un obstáculo
acierta con deslices, convierte lo imperfecto
en un arte y se olvida de los juicios puristas.
Trabajo siempre a mano, y ni me enorgullece
no tener disciplina ni ser dueño de un método.
tal vez porque tampoco escribo demasiado,
al pasar media vida ocupado en perderme.
que esboce alguna vez una media sonrisa:
tan solo busco cómplices que sepan de qué hablo.
me limito a ordenar, quizá sin merecerlo,
asuntos que una voz ignorada me dicta.
a aquéllos que construyen con la emoción su obra
y hacen del arte la vida. De los demás descreo.
de componer poéticas resulta edificante.
Con ella se demuestra que son distintas cosas
lo que se quiere hacer y lo que al fin se hace.
Carlos Marzal
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