El sueño

martes, junio 29, 2004

Murray tuvo un sueño.

La psicología vacila cuando intenta explicar las aventuras de nuestro mayor inmaterial en sus andanzas por la región del sueño, "gemelo de la muerte". Este relato no quiere ser explicativo: se limitará a registrar el sueño de Murray. Una de las fases más enigmáticas de esa vigilia del sueño, es que acontecimientos que parecen abarcar meses o años, ocurren en minutos o instantes.

Murray aguardaba en su celda de condenado a muerte. Un foco eléctrico en el cielo raso del comedor iluminaba su mesa. En una hoja de papel blanco una hormiga corría de un lado a otro y Murray le bloqueaba el camino con un sobre. La electrocutación tendría lugar a las nueve de la noche. Murray sonrió ante la agitación del más sabio de los insectos.

En el pabellón había siete condenados a muerte. Desde que estaba ahí, tres habían sido conducidos: uno, enloquecido y peleando como un lobo en una trampa; otro, no menos loco, ofrendando al cielo una hipócrita devoción; el tercero, un cobarde, se desmayó y tuvieron que amarrarlo a una tabla. Se preguntó cómo responderían por él su corazón, sus piernas y su cara; porque ésta era su noche. Pensó que ya casi serían las nueve.

Del otro lado del corredor, en la celda de enfrente, estaba encerrado Carpani, el siciliano que había matado a su novia y a los dos agentes que fueron a arrestarlo. Muchas veces, de celda a celda, habían jugado a las damas, gritando cada uno la jugada a su contrincante invisible.

La gran voz retumbante, de indestructible calidad musical, llamó:

-Y, señor Murray, ¿cómo se siente? ¿Bien?

-Muy bien, Carpani -dijo Murray serenamente, dejando que la hormiga se posara en el sobre y depositándola con suavidad en el piso de piedra.

-Así me gusta, señor Murray. Hombres como nosotros tenemos que saber morir como hombres. La semana que viene es mi turno. Así me gusta. Recuerde, señor Murray, yo gané el último partido de damas. Quizás volvamos a jugar otra vez.

La estoica broma de Carpani, seguida por una carcajada ensordecedora, más bien alentó a Murray; es verdad que a Carpani le quedaba todavía una semana de vida.

Los encarcelados oyeron el ruido seco de los cerrojos al abrirse la puerta en el extremo del corredor. Tres hombres avanzaron hasta la celda de Murray y la abrieron. Dos eran guardias; el otro era Frank -no, eso era antes- ahora se llamaba el reverendo Francisco Winston, amigo y vecino de sus años de miseria.

-Logré que me dejaran reemplazar al capellán de la cárcel -dijo, al estrechar la mano de Murray.

En la mano izquierda tenía una pequeña biblia entreabierta.

Murray sonrió levemente y arregló unos libros y una lapicera en la mesa. Hubiera querido hablar, pero no sabía qué decir. Los presos llamaban la Calle del Limbo a este pabellón de veintitrés metros de longitud y nueve de ancho. El guardia habitual de la Calle del Limbo, un hombre inmenso, rudo y bondadoso, sacó del bolsillo un porrón de whisky, y se lo ofreció a Murray diciendo:

-Es costumbre, usted sabe. Todos lo toman para darse ánimo. No hay peligro de que se envicien.

Murray bebió profundamente.

-Así me gusta -dijo el guardia-. Un buen calmante y todo saldrá bien.

Salieron al corredor y los siete condenados lo supieron. La Calle del Limbo es un mundo fuera del mundo y si le falta alguno de los sentidos, lo reemplaza con otro. Todos los condenados sabían que eran casi las nueve, y que Murray iría a su silla a las nueve. Hay también, en las muchas calles del Limbo, una jerarquía del crimen. El hombre que mata abiertamente, en la pasión de la pelea, menosprecia a la rata humana, a la araña y a la serpiente. Por eso sólo tres saludaron abiertamente a Murray cuando se alejó por el corredor, entre los guardias: Carpani y Marvin, que al intentar una evasión habían matado a un guardia, y Bassett, el ladrón que tuvo que matar porque un inspector, en un tren, no quiso levantar las manos. Los otros cuatro guardaban humilde silencio.

Murray se maravillaba de su propia serenidad y casi indiferencia. En el cuarto de las ejecuciones había unos veinte hombres, entre empleados de la cárcel, periodistas y curiosos que...

Aquí, en medio de una frase, "El sueño" quedó interrumpido por la muerte de O. Henry. Sabemos, sin embargo, el final: Murray, acusado y convicto del asesinato de su querida, enfrenta su destino con inexplicable serenidad. Lo conducen a la silla eléctrica. Lo atan. De pronto, la cámara, los expectadores, los preparativos de la ejecución, le parecen irreales. Piensa que es víctima de un error espantoso. ¿Por qué lo han sujetado a esa silla? ¿Qué ha hecho? ¿Qué crimen ha cometido? Se despierta: a su lado están su mujer y su hijo. Comprende que el asesinato, el proceso, la sentencia de muerte, la silla eléctrica, son un sueño. Aún trémulo, besa en la frente a su mujer. En ese momento, lo electrocutan.

La ejecución interrumpe el sueño de Murray.

O. Henry

Y ahora...?

lunes, junio 28, 2004

I feel strangely incomplete

martes, junio 22, 2004



Snif

1

...He visto tu cuerpo...

he visto tu cuerpo, con la luz solemne de tu aura,
entre sombras danzantes a tales horas de la madrugada,
lo he visto hermoso en el reflejo del vaso donde bebo,
en los besos que se dan las parejas en los andenes del metro,

En momentos de inspiración veo tu cuerpo
en las dunas gigantes de arena de luna,
desde de la sopa de besos de un niño explorador,
hasta en las cuerdas de mi guitarra, de ingenuo trovador

Hoy he visto tu cuerpo, en la armonia del viaje de las aves
en constelaciones triviales, en arrecifes, en fiestas frugales,
en las paredes de mi habitación ,
en el loco rebombeo de las arterias de mi corazón,
entre felices arrumacos y en el probar de un pan,
en el pueblo que está cerca, en las canciones que el viento suele cantar.

Aunque cierre mis ojos veo tu cuerpo, por que se que estas aquí, a mi lado, tu presencia dibuja bajo mis parpados las figuras del amor,
y si te marchas veo tu cuerpo, con la memoria, con los sueños, con las cuestiones, con el pensamiento, con la locura, con el deseo.

El día de que la muerte recoja mi aliento
y sus dedos cierren en total mis ojos
no habrá frios que calen mis huesos
estaré en muerte gentil y contento,
por que en días fatales como estos,
en penumbras y felices amaneceres, aquí he visto tu cuerpo....

C.P.L.

x

lunes, junio 21, 2004

Mi autoestima como un globo de gas se fue hasta el cielo,
Y en algún punto de la ciudad un niño me señala mientras me alejo.

(-L-)

domingo, junio 20, 2004

Viajando

viernes, junio 18, 2004

1. Toma el libro más cercano a tí. �brelo en la página 18, encuentra el renglón 4. Qué dice:

"Su habitación, es verdad, da a un patio interior, y desde la venta..."


2. Estira tu brazo izquierdo lo más que puedas. ¿Qué es lo que tocas primero?
la pared


3. ¿Qué fue lo último que viste en la televisión?
Un noticiero, ayer por la noche.


4. SI VER adivina qué hora es
Son las 7:50 aprox.


5. Ahora mira al reloj y escribe qué hora es.
7:53


6. Exceptuando a la computadora, ¿qué se escucha a tu alrededor?
Coches pasando y la música que tiene mi hermana


7. ¿Cuándo fue la última vez que saliste? ¿A dónde fuiste?
Hace una hora. Fui al hospital


Bah... ya me hartaron las preguntitas...

...

miércoles, junio 16, 2004

Benditos Malditos

Benditas sean las raras excepciones,
los moratones de los vulnerables,
los labios que aprovechan los rincones
más olvidados, más inolvidables,
benditos sean, benditos sean...

Los santos milagrosos, los gordos cariñosos,
los locos que se creen Napoleones,
las pálidas lesbianas, los dulces maricones,
los mocos de la gente con ventanas,
los tuertos que no quieren ver visiones,
los muertos que se mueren con las ganas.

Benditos sean los ceros a la izquierda,
los que nacieron en ningún lugar,
los de viva Zapata manque pierda,
las damas que se llaman Soledad...

El sable del sablista, la caries del dentista,
los buenos aires, los malos maridos,
las drogas veniales, la sopa del cocido,
los listos que parecen subnormales,
los que pudieron ser y no han querido,
los descendientes de los animales.

Malditos sean los justos, los sumisos,
los que tiran penaltis de cabeza,
los que para mear piden permiso,
los súbditos del dios de la certeza,
los que adornan las notas de sus hijos,
los probos ciudadanos, los niñatos,
los que follan con red y a plazo fijo,
los canallas que nunca han roto un plato.

Maldita sea la voz de la experiencia
que casi se equivoca a media suma,
la pipa de la paz con la conciencia,
los "oiga, que en mi taxi no se fuma"...

Los que se mojan poco cuando llueve,
los que sonríen en las fotografías,
los que progresan porque no se mueven,
los de la escandalosa mayoría,
malditos sean, malditos sean.

Benditas sean las rubias calentonas
que se emocionan por pasar el rato,
las tímidas que salen respondonas,
la mancha en la bragueta del beato,
benditos sean, benditos sean...

Los farias con saliva, los gallos de las divas,
los callos de las piernas de las cojas,
las amapolas rojas, la abuela en san fermines,
los récords que no salen en los guiness,
los cínicos que lloran en los cines,
los tréboles de tres o cuatro hojas...

Las enfermeras que suben la fiebre,
las tetas de pezón hospitalario,
los gatos que no dan gato por liebre,
los misterios gozosos del rosario...

La novia del torero, los bronquios del minero,
los tristes que se ríen de la tristeza,
los ricos sin dinero, los vagos con pereza,
los últimos que llegan los primeros,
los calvos que se quitan el sombrero
ante la dignidad y la belleza.

Malditos sean los tontos con medallas,
los hijos de mamita, los chivatos,
los candidatos (cierra la muralla),
la letra pequeñita del contrato...

Los alcahuetes del polvete ajeno,
la diabetes, el sida, los piojos,
los sorbetes de bilis con veneno,
los que aplauden al príncipe de hinojos,
los cuentos de las cuentas al contado,
los tipos de interés, los finiquitos,
los que jubilan a los jubilados,
los talibanes de último grito...

Los que se pasan nunca de la raya,
los mamporreros de la simetría,
los que exhiben el móvil en la playa,
los que hacen tratos con la policía,
malditos sean, malditos sean...


Joaquín Sabina


(La verdad me agrada más la versión del Ciento volando de catorce... pero me lo robaron =( )

Ah, qué buen gusto tengo!

domingo, junio 13, 2004

Pues ya le cambié poquito el color a esta madre... a poco no tengo rete harto buen gusto?

Y que el Semidios vuelve a la posteada...

viernes, junio 11, 2004





Me gustan los animales domésticos
de la casa de fieras de tu alma.

Tristan Tzara

jueves, junio 10, 2004

Nunca en domingo


1. Me repugna la gorda que vive arriba.
2. Diana me informa que va a salir con los niños al parque. Para que no haya pleito, finjo interesarme: "abrígalos", le digo.
3. "¡Con este calor!", se enfurece conmigo.
4. Odio los domingos y los lunes. Hoy es domingo.
5. La gorda se está bañando. Lo sé porque escucho el sonido de la regadera. Imagino que se pasa el jabón por entre sus bofas carnes, que deben bailarle en oleadas de un lado al otro. Su ombligo.
6. El corazón me salta cuando paso cerca del escondite que elegí para guardar el arco y las flechas.
7. Voy al espejo: hoy debo comportarme de la manera más natural. Soy el mismo de siempre.
8. Mientras tomo un vaso de leche, recuerdo mi sueño de ayer: una tribu de pieles rojas me persigue a caballo.
9. El tiempo se ha ido y Diana y los niños están de regreso. Sé que no tarda en llegar la pregunta de los domingos.
10. "¿Y hoy qué vamos a hacer?" Lo dice con una pequeña dosis de esperanza que me enternece.
11. "Que los niños vean la tele, tú prepara algo de comer y déjame a mí decidir qué hago con mi tiempo", respondo de buenas maneras.
12. Diana se enfurece, dice que nunca hacemos nada, que nuestra vida es aburrida, que ya no me aguanta, que los niños necesitan salir.
13. "Ya fueron al parque", argumento.
14. Diana y los niños se van a casa de mis suegros a comer, a platicar y a ver la tele. Como todos los domingos, le digo que luego los alcanzo.
15. Dos tequilas.
16. Oigo unos brinquitos: la gorda debe estar haciendo sus ejercicios. Imagino que mientras brinca se sostiene con las manos sus dos pechotes.
17. Paso rápidamente cerca del espejo y voy por el arma al escondite: supongo que ya decidido no será difícil hacer lo que tengo que hacer. Lo que debo hacer.
18. Me calzo los guantes de piel.
19. Toco el timbre y la gorda abre: tubos en la cabeza, bata satinada, pantuflas recortadas que dejan al descubierto sus dedotes, olor a perfume barato y esa sonrisita que tanto me repugna.
20. "Pásele, señor Botas, pásele. ¿Quiere un tecito? ¿O un trago, eh...? Tengo un tequilita buenísimo."
21. Dejo que me sirva el tequila, pues supongo que algo habrá de ritual en ese gesto.
22. "¿De caza?", me pregunta al percatarse del arco y la flecha.
23. "Al zoológico", bromeo.
24. Tranquilamente dispongo la flecha en el arco y tenso el hilo. Al verme, ella responde con risitas y contoneos sensuales.
25. Suelto la cuerda.
26. El proyectil acierta en el centro. Interesa sin duda el órgano vital.
27. Al caer, la gorda se da un golpe, definitivamente mortal, contra el filo de la mesa. El cristal se rompe.
28. Compruebo que no tiene pulso.
29. Está muerta. Su bocota.
30. Antes de abandonar el lugar revuelvo los cajones, robo su dinero y sus joyas y dejo muestras de violencia.
31. Reparto a lo largo del departamento las falsas pistas que llevaba conmigo: un botón violeta, unas cáscaras de naranja, colillas de cigarros y plumas de gallina, todo recogido en la calle, la oficina y la basura.
32. Retiro la copa donde tomé el tequila.
33. Sigue siendo domingo.
34. Me apresuro a seguir con mi plan: revuelvo cajones de mi casa, robo mi propio dinero y las joyas de Diana, y dejo allí, como al descuido, más cáscaras de naranja, colillas y plumas de gallina.
35. Salgo luego a esconder las evidencias: arco y flechas, copa de tequila, guantes, dinero, joyas.
36. Cavo un hoyo profundo en un lote baldío que está a la vuelta del edificio. Queda allí enterrada mi suerte.
37. Más tarde, Diana platica con su mamá acerca de las vecinas lesbianas, los niños destruyen las plantas del jardín, mi suegro y yo bebemos coñac y jugamos ajedrez.
38. Luego hablamos de la vida.
39. Luego encendemos la chimenea.
40. Luego tomamos más coñac.
41. "Es hora de irnos", anuncia Diana a la misma hora en que lo hace todos los domingos. Al salir, nos topamos con una de las lesbianas.
42. Se me antoja invitar a los niños a comer un helado, pero me contengo para que no se note en mí nada anormal.
43. "¡Nos han robado!", chilla Diana al llegar a la casa. Los niños también chillan antes de comprobar que a ellos nadie les ha robado nada.
44. La autopista de Margarito está donde siempre, las muñecas de Dianita en su baúl.
45. "¡Mis joyas!", me reclama Diana, como si yo me las hubiera robado.
46. "Avisemos a la policía", se me ocurre.
47. Cuando el comandante Cipriano Herrera y sus hombres se presentan, aún no hemos terminado de revisar qué más falta.
48. A Margarito le impresionan las pistolas.
49. A mí no. Empero, trato de que se me vea nervioso.
50. Muchas preguntas, unas estúpidas y otras no.
51. "Todas mis joyas", contesta Diana. "El dinero", añado yo.
52. "¿Cuánto era?" "Como novecientos en efectivo y un cheque al portador por doscientos"
53. Le muestro las colillas, las plumas y las cáscaras de naranja.
54. "Son pistas", asegura Herrera.
55. Paráfrasis: "Las pistas dejadas en el lugar del crimen son ladridos de perro que atraen a los culpables." A mí no.
56. "Preguntemos a los vecinos", sugiere el comandante.
57. "Sólo hay dos: la flaca de abajo y la gorda de arriba", bromeo.
58. La puerta de la gorda está abierta.
59. Ella, tirada y muerta; el departamento, en desorden.
60. "Le rompieron el corazón", dice uno de los hombres de Herrera, al parecer un perito experimentado.
61. Imaginan lo peor y corren a llamar a la puerta de la flaca. Como nadie responde, deciden derribarla. Ella no está y el departamento se encuentra en orden. Revisan todo.
62. Veo que el comandante Herrera se echa a la bolsa un cigarro de marihuana a medio consumir.
63. Uno de sus hombres prefiere un perrito de porcelana.
64. "Habrá interrogatorios", nos advierte antes de irse.
65. Lunes. Detesto los lunes.
66. En la oficina me encuentro con un altero de pendientes: soy el gerente de una sucursal de banco, el cuarto del país.
67. Le echo un ojo a la relación del activo fijo, acuerdo con el jefe de cobranzas, apruebo el arreglo navideño, atiendo a un cliente con problemas de liquidez.
68. Salgo a comer con Milagros, la cajera de la 3.
69. Tarde de hotel, relaciones, tele, vodka con piña, más relaciones.
70. Lunes por la noche con Diana y los niños. Ella teje y me reclama cosas de los dos. Ellos beben chocolate frente al televisor y se sacan los mocos.
71. Diana dice entre llantitos: "Se llevaron a la gorda en la mañana. Vinieron unos camilleros y se la llevaron. La pobre. Tan buena gente."
72. Dice también que la interrogaron una hora los de la policía. Les platicó que a mí me caía mal la occisa y que yo era un paranoico. Mi vida y mis problemas en las libretas de la policía.
73. El martes, antes de las ocho de la mañana, Herrera me pregunta que dónde quiero que me interroguen, en mi casa o en la delegación.
74. "¡En la delegación!"
75. No saben interrogar. Sólo una de sus preguntas hizo mella en mi integridad: "¿Quiere a su mujer?"
76. A mediodía, me doy cuenta de que Milagros lleva un saco color violeta al que le falta un botón. Hago memoria: esa pista la recogí en la oficina.
77. La invito al hotel, dice que ya le bajó, le digo que no importa, acepta. Mientras ella baja a comprar unos cigarros yo hago perdedizo el saco. "Alguien me lo robó", se lamenta. Le digo que le voy a comprar otro, se enternece.
78. Por la tarde me doy una escapadita para enterrar el saco en el mismo lugar donde reposan las evidencias.
79. Siento que alguien me sigue. Me digo: "Es mi paranoia."
80. Martes por la noche en familia. Diana arma un rompecabezas y me dice que tiene miedo. Los niños juegan parkasé.
81. Miércoles, 8:30. El comandante Herrera se apersona y me dice que agarraron al culpable. Le pido que me lo pruebe.
82. Dice que se trata de un ladronzuelo que vive a una cuadra del edificio. Le encontraron las cosas robadas.
83. Las joyas de la gorda, las joyas de Diana, el dinero, mis guantes, el saco sin botón (se lo había regalado a una hermana).
84. "Dijo que se encontró las cosas en un terreno baldío. Además sabemos de buena fuente que le gustan las naranjas y que el domingo comieron en su casa una gallina que él mismo desplumó. ¿Quiere más pruebas?"
85. "Sí, no tiene por qué no creerle su versión."
86. "Tiene antecedentes", remata.
87. "A lo mejor ya estaba rehabilitado", contraataco.
88. Lo dejo ir con sus torpes deducciones.
89. Noche de miércoles con insomnio: recreo la imagen de la gorda, boca arriba, con la flecha en el centro; imagino al joven rehabilitado en los separos de la policía; lo interrogan bajo la luz de un foco amarillo; pienso en la justicia y en la cárcel; recuerdo que tengo que comprarle un saco a Milagros.
90. Jueves: decido entregarme.
91. El comandante Herrera y sus hombres me dicen que soy un paranoico. Una hora y media de inútiles discusiones.
92. Quedo convencido de mi inocencia.
93. Diana y los niños ven tele y comen salami.
94. Viernes: compro un saco lila para Milagros. Le queda algo grande.
95. Pesadilla: en una gran sartén se derrite la gorda: es un aceite rojo bastante espeso; alguien me encuera y me echa a la sartén. Cuando empiezo a freírme me despierto.
96. Mañana de sábado con mucho sol y pajaritos. Diana me deja a los niños mientras va al súper. Los pongo a jugar soldaditos y luego les pido que se duerman.
97. No me hacen caso. Nadie me hace caso.
98. Diana me pide que vayamos a la feria.
99. Ya no la tolero.
100. Domingo.


Francisco Hinojosa

miércoles, junio 09, 2004






EN TOTAL! ->
Dame más abrazos

Consíguete los tuyos

martes, junio 08, 2004

.

sábado, junio 05, 2004

Que cosas...

[.10 bandas que escuches mucho últimamente:]
1. Placebo
2. Thursday
3. The Used
4. Yeah yeah yeahs
5. Taproot
6. Lucybell
7. Coda
8. Eva lumbre
9. Real de catorce
10. Austin tv

[.09 cosas que esperas impacientemente:]
((ps por lo general soy bastante paciente, pero bue..))
1. Que regrese Joaquín Sabina a Guadalajara
2. Una temporada de lluvias severamente severas
3. Que termine el semestre
4. un viento fuerte, como para que vuele mi papalote
5. Que terminen de pasar cosas tan chafas en la tele
6. Volver a ir a un concierto de Lucybell
7. El día en que se le ocurra regresar
8. Ver Shrek II =)
9. Que mi conejo deje de actuar como perro

[.08 cosas que acostumbras vestir:]
1. Playeras
2. Chamarra
3. Pantalones
4. Un par de pulseras
5. Calcetines ((a veces))
6. Ropa interior ((opcional))
7. tenis
8. y ya!

[.07 cosas que te molestan:]
((ps igual no suelo molestarme..))
1. Que se metan directamente conmigo
2. La gente falsa
3. Olvidar las cosas quer tengo que hacer
4. No encontrar mis cosas
5. La gente grosera
6. La gente materialista
7. Gente cerrada y/o terca
((jooo, problemas con la gente? ))

[.06 palabras o frases que usas mucho:]
1. "no generalices"
2. "Estás tonto?"
3. "Híjole"
4. "hijo, qué bruto!"
5. "Sí, claro"
6. "shale, eso qué?"

[.05 cosas que haces a diario:]
1. Respirar
2. Comer
3. Caminar
4. Hablar
5. Parpadear

[.04 personas con las que te gustaría pasar más tiempo:]
1. A
2. quién
3. le
4. importa?

[.03 películas que podrías ver toda tu vida:]
1. Nightmare before christmas
2. Amelie
3. La otra no sé. Podría ser Big fish, Trainspotting, The pillow book, Moulin rouge o cualquiera en la que salga Ewan =)

[.02 de tus canciones favoritas, actualmente:]
1. Mataz - Lucybell
2. Your sweet six six six - HIM

[.01 persona con la que podrías pasar el resto de tu vida:]
1. Híjole, sólo una... eso es difícil

jueves, junio 03, 2004

El gas. En el gas de sodio, y el gas de mercurio. En el gas de neón y otros varios. Bajo el farol busco tu rastro. Y tú te fundes. Te me confundes. Electrificada. Y las luces del semáforo insisten. Insisten y no cambian.


(Chema, en Muchacha del alma, de Jesús González Dávila)